miércoles, 20 de septiembre de 2017



EL ALCALDE

Lo recordaré siempre, firme en sus principios, pero flexible en sus actuaciones; hablador y silencioso al mismo tiempo, con el brazo tendido a los ciudadanos y con la disciplina que conlleva pertenecer a una formación política. El balance final: un perdedor nato debido a su honradez y rectitud. Me refiero al mejor Alcalde de Murcia: José María Aroca. Presidió el Ayuntamiento durante la transición. Sabía dialogar y delegar, dos habilidades raras en los directivos de nuestro tiempo.
        
Pero las cosas han cambiado, y ahora nos gobierna otro alcalde, que cuenta con el apoyo de la Murcia profunda. El Alcalde, Ballesta, con una carrera política meteórica, ha creado un personaje con gran variedad de gestos, manejando un humanismo a contrapelo, versión inquietante de una ternura soterrada, o de un mutismo hostil, quién sabe qué.

Llevo caminando toda la semana, ligeramente absorto. De vez en cuando me interrogo, como conocedor de la psicología del comportamiento humano, ¿por qué el Alcalde no estuvo con los vecinos el día de la Romería de la Fuensanta?

Dió media vuelta antes de lo establecido, cuando vio que le esperaban los manifestantes por el soterramiento de las vías del tren ¿Tuvo miedo a que le aplaudieran? Y tomó una decisión:  Él por arriba, nosotros por debajo.