YO, NO ME JUBILO
¿Cuando te jubilas?”, me dice uno de esos colegas que sólo saben ser funcionarios. Yo, no me jubilo, le respondo. Frunce el ceño, y con un movimiento espasmódico de hombros, exclama: ¡Pero qué dices!
Es
verdad que la jubilación es un logro de nuestra sociedad desde hace
cerca ya de cien años, pero cuando es obligatoria se convierte en un
sistema perverso de control social que desaloja a sus más cualificados
elementos de producción.
Mi
interlocutor, que ha pasado por varios cargos de gestión en la
universidad, empieza a tomarse a cachondeo lo que voy diciendo. Claro
que abandonaré la actividad docente. Más concretamente, me iré de esta
universidad. Pero ten en cuenta, le dije a ese ex-alto cargo, que irse no es jubilarse. Trabajaré en otro lugar, con otra gente, en otra universidad, o en casa, ¿quién sabe qué?
Con más de once
trienios de vida universitaria, bien merezco el descanso; pero lo que
mi interlocutor ignora es que la gente cuando se jubila envejece más de
prisa, en muchos casos enferma, y el porcentaje de los que se suicidan
es más alto que en cualquier otro intervalo de edad. Aplazar la jubilación o sustituirla por otra actividad
remunerada, (no de ocio), no sólo es rentable para Hacienda, sino bueno
para la salud.
“Activos
mentalmente, activos socialmente, activos físicamente”, he dicho a los
viejitos mexicanos, en un encuentro organizado por la universidad de
México. Y cada vez que me invitan para hablar sobre el tema, observo los
avances de personas “jubiladas”, que están aprendiendo idiomas, manejan
las nuevas tecnologías, o cultivan la pintura y la literatura. ¿Sabían
que el aprendizaje también es salud? La actividad profesional, según las
investigaciones más recientes, aparece como una condición protectora
del deterioro cognitivo y la demencia, mientras que la jubilación se
convierte para muchos en un factor de riesgo.
¿Qué
hacer, por tanto? En un momento de crisis de empleo ¿debería existir un
derecho al trabajo independientemente de la edad?, ¿por qué no han de
trabajar los viejos?, ¿es posible mantenerles trabajando?
La jubilación que ha sido
concebida como un deber, debe convertirse simplemente en un derecho. Por eso yo, no me jubilo.