Podemos, ¿en Murcia?
Crecen los
comentarios en las redes sociales, con motivo de la Encuesta que publica hoy el Mundo sobre tendencia de voto.
El análisis de los resultados da para mucho, pero llama especialmente la atención,
que un partido, PODEMOS, que apenas acaba de nacer, tenga tantos seguidores. En
Murcia también.
No hace falta ninguna encuesta para
saber que la inmensa mayoría de los murcianos están hartos del punto muerto en
el que se ha convertido la política: Se ha degenerado muy seriamente el medio
ambiente; la educación y la sanidad están colapsadas; y la corrupción
institucional se ha disparado. Nuestras universidades devienen en Escuelas de
Formación Profesional, disputándose las titulaciones a impartir, sin disponer
de condiciones para ello. Es difícil prosperar y obtener ayudas sin pagar
sobornos, aquí donde la libertad de expresión está amenazada; y atreverse a
pensar comporta riesgos.
Ya seamos independientes, blancos o azules, sentimos
en nuestras entrañas la falta de honestidad. La mayoría de nosotros somos
conscientes de que las grandes palabras están siendo utilizadas para objetivos
cínicos, y el poder ha conseguido subvertir hasta los sentimientos más nobles.
Mientras tanto, no se atiende a los desafíos más importantes. Muchos de los
males que aquejan a la Región
proceden de una quiebra cultural que no puede curarse con políticos mediocres, sean del color que sean. Es demasiado serio el momento que
atravesamos, como para seguir rindiendo pleitesía a mandarines y cabildantes.
Pero si queremos que algo cambie, hay que echar de la
política a granujas, trepas y aprovechados.
Muchos de ellos se muestran muy activos, pero se trata de un activismo vano.
Actúan como vendedores de humo. Todos
los días, unas veces de perfil y otras de frente, aparecen en el mercadillo
mediático exhibiendo su obra pública,
pero con un déficit de decencia que espanta.
¿Hay alternativa? La gente dice que no, porque “todos son iguales”. Hasta ese extremo de confusión ha llegado la
legitimación de la mala política. Creían algunos que oponerse a la indecencia,
al latrocinio de bienes públicos, y al enriquecimiento súbito, no daba votos. Y
en consonancia buscaron una imagen moderada, neutra y aséptica. Se equivocaban. Alguien tenía que tomar el pulso a la
angustia, y generar esperanza. Y, está
siendo Podemos, la formación elegida.
A estas alturas, me gustaría titular: “Podemos en Murcia". Y animar a estos
jóvenes valientes, "líderes exprés", vapuleados por todo dios: Preparad la propuesta de futuro, porque se ha demostrado que sois capaces de transmitir esperanza.
En Murcia, también
podemos. Pero para ello hay que ponerse de pie.