Entre el Vino y el Aceite
Correos con mi Confidente
Algo muy importante en la vida, es tener un confidente. Confidente es alguien que nunca
te denunciaría con motivo de culpas, yerros o "dicterios". Confidente
es el que te lleva incluso un bocata al "trullo", llegado el caso. Confidente es quien sabe
guardar secretos, aunque no sea confesor. Un confidente siempre se atreve a
decirte los errores, y a prestar consejo en momentos de zozobra. Un confidente
sabe “perder el tiempo” con su amigo.
Pero en el Campus las cosas son más complejas, por
aquello del estilo universitario: “que no se diga, que no se note, que no se
sepa”. El personal de esta Casa, ha recibido el estigma de su madre, hija putativa de la iglesia del
medievo. Aquí las cosas no son como parecen. Sin darte cuenta, puedes
tener como confidente a un trepa. A mí ya me ocurrió una vez, era Rector.
Ahora las cosas son distintas. Tengo un confidente que va de cara. Con cordura y con
arrojo, dice él. Yo también.
"Lo nuestro es el Aceite y el
Vino", escribo a mi confidente.
Cambiaste el orden de las
palabras. Yo había dicho: "Lo nuestro es el Aceite y el Vino".
Tú dices ahora: "Lo nuestro es el Vino y el Aceite".
Pienso que lo primero es antes. Es decir, lo más
importante debe ir primero, y en nuestro caso es el Aceite.
"Hasta que no hayas ungido de aceite a tu amada/o, no pongas en sus
labios la copa de vino". Además te invito a pronunciar en voz alta
ambas expresiones para que observes la cadencia que tiene: "Lo nuestro es el Aceite y el Vino".
Algo que no encontramos en la expresión "lo nuestro es el vino y el aceite". Difícil sería la
vida sin un vaso de buen Vino, pero imposible sin el Aceite.
De cualquier forma, sobran las
disquisiciones, porque lo nuestro es el Aceite Royal 2012, y un vino exclusivo que acaba de
sorprendernos: Sacramenia ZETA 37, Reserva 2009. Las oliveras centenarias de Cortijo
Blanco por un lado, y las más longevas cepas de la Rivera del Duero por
otro, han dado como resultado un Aceite y un Vino potentes,
equilibrados, y con una intensa persistencia aromática, que únicamente podremos
disfrutar las mejores añadas. .
19 Junio 2013, escribe mi confidente:
Sé lo que le
supone a un creador que le cambien alguna parte de su obra, aunque sea un
pequeño matiz. Lo siento de verás. Pero pensaba que los "grandes"
placeres tenían la propiedad conmutativa, el orden de disfrutar los placeres no
altera la sensación de inmenso placer que proporciona, aunque veo que en tu
caso no es así, primero el aceite y luego el vino. Bueno en realidad, los
ordenas, le das un valor. En mi caso, sin embargo, es aplicable la propiedad
conmutativa...
Ja,ja,ja. Yo
pensaba que primero se toma el vino bajo la luz de la luna o a la sombra de un
olivo y luego se unge el cuerpo de la amada con aceite...
Conforme
sigo leyendo, mi tormento es mayor, me convences que mi desliz no tiene el
perdón de los dioses del placer. Ya he disfrutado del aceite, a ver
cuándo disfrutamos de un vaso de buen vino.
Le contesto:
Me has convencido con lo de
"la propiedad conmutativa". Un pasaje bíblico apoya tu razonamiento: Fue
en Caná , cuando el Vino exclusivo ( de única añada), salió en la última
ronda, ante la sorpresa de los invitados. Claro que no se dice nada del Aceite
que sólo aparece más tarde. Llama la atención que el Aceite se
asociara con el sufrimiento y la enfermedad. El aceite se convirtió para los
antiguos en un remedio terapéutico único, que curaba las heridas y proporcionaba
alivio en la adversidad. El vino, por su parte, se asocia más con el placer. Pero,
¿hay mejor remedio ante los males, que
el placer? Cambia, por tanto, lo que quieras en la frase, objeto de esta
jocosa disquisición:"Lo nuestro es el Aceite y el Vino".
Mi experiencia, es la siguiente: ante las asechanzas de políticos de via extrecha en la Región de Murcia, fue el Aceite quien me dio la resiliencia necesaria
para plantar cara. Mientras que el Vino embotaba la cabeza, y me producía autoengaño. No te canso más, sobre este tema
inabarcable. Punto final a la Cultura del Aceite, de momento.
19/06/2013, dice mi confidente:
Punto y final a este tema nunca,
incluso me has hecho ir a la RAE para entender por qué unos personajes
asechaban… Tienes razón en tu observación, hasta hace poco tiempo tenía
asociado el aceite a tiempos de hambre y sufrimiento… Contigo ha
aprendido a valorarlo como objeto de placer. Ahora se
acerca el equinoccio de verano, una noche estupenda para disfrutar del vino y
del aceite.
¿Por qué no la noche de San Juan?
Post Data. Para los tiempos que corren, dice mi confidente, tal vez haga falta aferrarse
a algunos bienes que siempre quedarán en pié: el apoyo mutuo, amar a los que te
quieren, ser decente... Y compartir el Aceite y el Vino. Entre nosotros, no se comercializa. Funciona el trueque.