martes, 25 de septiembre de 2012


LA CLASE
Me interesa mucho saber cuáles son las preocupaciones que tienen hoy los jóvenes. Me interesa mucho conocer la situación que están atravesado con motivo de la crisis económica. Me interesa conocer la universidad, que camina hacia un futuro incierto. 

¿Estáis contentos con esta universidad? Os propongo para este curso, que las clases sean como una conversación. Cuando uno habla, le habla a alguien, pero cuando toma apuntes hay un papel entre ambos que distorsiona la comunicación. Los apuntes son un grave atentado al aprendizaje; se convierten en elemento foráneo, en un intruso que altera el encuadre necesario. Estoy convencido de que sólo se puede aprender a través de la conversación. Ser universitario es estar instalado en medio de un debate, y en la discusión unos y otros reconocen que todo es discutible. No se trata de que podamos decir lo que pensamos, -para lo cual ya hace falta arrojo-, sino sobre todo de pensar lo que decimos; y la conversación es la forma de aprendizaje más noble que hay. Es urgente generar, por tanto, en las aulas espacios de conversación.

Como es lógico, determinadas unidades del plan de estudios deben respetarse, pero lo decisivo es facilitar a los jóvenes la capacidad de enmendar sus propias carencias de saber, a través de su propia actividad. La formación debe consistir ante todo en potenciar las propias fuerzas allí donde uno percibe sus puntos débiles, y no confiarla a la envoltura engañosa de las calificaciones ¿Pero cómo llevar a cabo esta formación, si no existen grupos preparados para ello? Ahora en las universidades españolas tenemos grandes aulas a las que asisten decenas de estudiantes. Ni el profesor puede reconocer al alumno dotado, ni se pueden reconocer entre sí los que congenian. Es un ajetreo desesperante. Algo diferente he visto en las universidades americanas.


Los títulos, las especializaciones y también la mediocridad han ido en aumento , a despecho del nombre universidad. Si observamos las tesis doctorales que se presentan, es terrible constatar que todas se parecen mucho, (en algunos casos son prácticamente iguales, como hechas con el mismo molde), y en general su contribución científica es mínima, por no decir nula. En muy pocas ocasiones las experiencias decisivas y la propia capacidad de juicio y formación se ponen de manifiesto. Hoy en día, de lo que se trata es de adaptarse a lo legitimado, de manera que uno no puede decir su parecer a no ser citando un libro o corriendo riesgos; y esta es la razón de por qué en la universidad pública española apenas unos pocos se atreven a disentir. “Que no se sepa, que no se diga, que no se note”, es decir “estilo universitario¡Hay que acabar con esto!


Se oye hablar mucho actualmente de “evitación de riesgos”, y se practica en las organizaciones el seguimiento de reglas para evitarlos. Pero, ¿quién ha aprendido realmente, si no ha sido de sus propios errores? Hay que vincular la educación a la investigación y a la innovación, sin miedo a los riesgos. En unos momentos en que todo está uniformado, y predomina un color gris, monótono y aburrido, es necesario que hablemos en clase con espontaneidad y con total libertad ¿Nos llevarán otra vez al "Tribunal de la Inquisición", por ello?


Se trata de hablar a alguien; alumno, profesor, compañero, con especial sensibilidad. Es la única manera de formarse. Este curso es una oportunidad.

 
 Post Data: Los políticos están haciendo cada vez más difícil la actividad docente, mientras  los ciudadanos asisten impasibles a esta nueva corriente democrática que es capaz en poco tiempo de lanzar al mercado nuevos productos "de calidad". Creo que se deberían desmontar algunos tópicos y palabras vacías. La palabra “universidad” aparece en boca de los políticos sólo para referirse a cuestiones organizativas y económicas. Pero la Universidad es otra cosa.
 

miércoles, 19 de septiembre de 2012


"SYMBIOSIS" 

Es la creación artística más formidable, que excelencia universitaria alguna haya sido capaz de generar. Seguro que la habrás visto ya. Pero si no es así, te invito a que contemples el “monumento”. Debes aproximarte al Campus de Espinardo por la entrada Norte y en la primera rotonda cercana a Medicina, encontrarás esta maravilla.

Se trata de un Volkswagen partido por la mitad, y elevado sobre una estructura de cemento. En los espacios vacios que deja el interior de este coche estrellado, aparecen plantas y flores que le dan un toque fúnebre, muy acertado, ante las supuestas muertes, fruto de un coche hecho ciscos.

Al principio, algunos pensamos que se trataba de exaltar los accidentes de tráfico. Yo dije enseguida: “No es posible; el vicerrector de infraestructura no lo habría consentido por estética, pero también por ética”. No puede ser que en tiempos de crisis se invierta en una “ocurrencia” que distrae a los conductores y mete el miedo en el cuerpo a quienes, al pasar, confunden el “monumento” con un accidente real.

Su nombre es “Symbiosis”, que quiere decir, mezcla, fusión, combinación, asociación… ¡Ya entiendo, ya entiendo! Combinación de vida y muerte, mezcla de ingenio y presupuesto, asociación de miedo y vida universitaria, fusión de excelencia y libertad de expresión… Desde que entras al campus ya se te advierte que puedes acabar como el coche: “el futuro es de todos”, se anuncia en la placa.

Mira por donde, el coche reventado y destrozado me lleva a pensar en “gases contaminantes”, que también señala la placa. Porque no son coches los que más se accidentan, sino trabajadores.

No es posible acabar con los “gases contaminantes” y garantizar un “futuro de todos”, como supuestamente pretenden, si no se cambia el sistema. Lo que proponen estos directivos son “ocurrencias”.

Post Data
Pienso que la situación de la Universidad en este momento, queda muy bien reflejada en esta obra de arte.
 

viernes, 14 de septiembre de 2012

QUE LA DETENGAN, QUE ES UNA MENTIROSA  

La Ciudad de Dios fue galardonada en el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana con el premio Glauber Rocha que otorga la prensa extranjera. Al elegir a la Ciudad de Dios de Fernando Meirelles para el premio, fueron valorados los méritos del filme inspirado en una novela de Paulo Lins, basado en la investigación de una realidad violenta  en Río de Janeiro. Narra la vida de un chico demasiado sensible para ser criminal, a pesar del ambiente de violencia que le rodea, y descubre que puede ver la realidad desde un punto de vista diferente.

También se tuvo en cuenta el dinámico ritmo de la narración cinematográfica, la fotografía y dirección de actores, que en su mayoría fueron elegidos entre los habitantes de la propia favela. Pero el impacto que produce la película radica en el problema de la marginalidad infantil y juvenil. La Ciudad de Dios trata esta realidad social con autenticidad y un alto nivel artístico.

            A mi vuelta de la Habana, ojeo los periódicos, y me llama la atención uno de los titulares: “vecinos de Espinardo viven atemorizados por una banda de niños de 5 a 7 años”. Yo recuerdo la Ciudad de Dios y a su protagonista, a quien todos empujaban para ser un criminal, pero él se convierte en un chico excelente. La secretaria sectorial del Menor trae a mi memoria una peligrosa ideología que ha tenido efectos graves en la historia reciente. Ella continua hablando como hace cuarenta años, cuando  no existía ley del menor.

 El cura  de Espinardo habla de los daños que los niños de 5 a 7 años producen en sus locales “con los cristales rotos”, y algunos  feligreses abandonan el barrio para vivir tranquilos. El comportamiento de estos niños  que están en boca de todos, sólo puede explicarse a través de una patología social. Los niños de 5 a 7 años de un barrio de Espinardo y los adolescentes de los demás barrios, se han convertido en un tema de urgencia. Mientras tanto, los  padres, los educadores y el cura del pueblo están fuera de juego.

Tal vez muchos sigan empeñados en culparles porque tienen un comportamiento anormal o patológico, cuando ellos son las víctimas de un malestar social y de un malestar familiar que evidentemente existe.  Pero como en la Ciudad de Dios, nosotros recordamos Brasil y  las  enormes expectativas de futuro: “todos le empujan para ser un criminal, pero él se convierte en un chico excelente”.
 Mientras aquí, a quien tiene la responsabilidad sobre el menor: “que la detengan, que es una mentirosa”.